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¡Hola! Me llamo Mafalda y nací en los 60 y mi cumpleaños es el 15 de marzo aunque, para haber nacido hace unos  50 años nunca he pasado de cuarto curso. Soy una de esas personas a la que le gusta reflexionar sobre la vida y querer hacer de ella un lugar utópico, pese a que estemos en un mundo de desgracias y pesimismo. Mi manera de pensar, aunque es un poco avanzada para una persona de mi edad, mis reflexiones calan a través de los años y aun parecen ser de actualidad, ¡cómo se nota que excepto a las modas nada cambia!

 ¿Quién soy yo?

Según mis padres yo he nacido porque me trajo la cigüeña, pero sé que en realidad nací a raíz de unos esbozos de lápiz de un tipo llamado Quino. Él es un humorista gráfico argentino que nació en 1932 en Mendoza. Quino se llama en realidad Joaquín Salvador Lavado Tejón, y lleva haciéndome vivir desde 1962. Sin él, yo nunca habría existido, a demás de que él ha hecho que tenga unos padres, y unos amigos de los que os hablaré a continuación.

 

Después  de  haber  hecho  tanto   por  mí, estoy  muy

orgullosa  de  que  le  hayan galardonado con el premio

Príncipe de Asturias de comunicación y humanidades

en 2014, y de hecho le dedicaron una estatua mía en

el parque San Francisco de Oviedo, ¡yo, en  Oviedo!

A demás estoy colocada en un lugar  con  muy  buenas

vistas, justo frente al estanque de los patos.

 

Como dije anteriormente, Quino también fue responsable de que tuviera amigos. Entre ellos están Felipe, que va un curso por encima de mí y de hecho, es vecino mío. Él es un tanto ingenuo y tímido, aunque con un carácter soñador y algo perezoso típico de la edad. También está Manolito, que es el hijo de un comerciante de mi barrio y aunque es un poco tosco y materialista, no es para nada malintencionado. Susanita es muy habladora y le gustan los cotilleos, es un tanto racista y defensora de la liberación de la mujer e igualdad de sexos. Miguelito, por otra parte, es un año más pequeño que yo y es incluso más soñador que Felipe es algo egoísta, pero ante todo es sincero. Libertad, ha sido la última incorporación del grupo es muy bajita y tiene carácter anarquista y la considero hasta más liberal que yo, que ya es decir. A parte de amigos, también tengo un hermano llamado Guille, y por alguna razón, es el único que crece, mientras los demás seguimos estancados en nuestra apariencia física. Es un poco travieso, pero que se puede decir, es lo típico de la edad. Si quieres caerle bien, invítale a sopa, ¡a él le encanta!, eso sí, conmigo ni lo intentéis, es mi kriptonita hecha comida, la odio, mucho.

Creo que con esto ya queda resumida un poco mi vida, mi familia y mis amigos, si quieres saber algo más siempre podrás leer mis tiras cómicas o mis tebeos, ¡seguro que pasas un muy buen rato!

¿De dónde vengo?

Mis aventuras nocturnas

Por cierto, se me olvidaba deciros que a veces, por las noches, me levanto del banco tan acogedor e iluminado en el que me encuentro en el parque San Francisco para reunirme con otros dos famosos personajes hechos estatuas de la ciudad. En efecto, os hablo de Woody Allen y la regenta, los cuales están bastante próximos a mí.

En sentido  a la  calle Uría,  solo es  ir  a la izquierda del  parque,

allí   me  espera  Woody,  meditabundo  y  con  un  andar   lento.

Cuando  me  ve,  siempre  me  mira  por  encima de  sus  gafas,  lo

cual  me  hace   gracia   debido   a   que   éstas   no   tienen  cristales,

supongo  que  será  una  manía  del  Woody  real, que se  le  pegó a

la  estatua. Después  de  reunirnos  y  admirar el  esplendor  de  las

farolas  de   la  calle,  semi   desierta,  cuyas   únicas   sombras   son

las  proyectadas  por  los maniquíes de  las  tiendas  cerradas  que  se

encuentran a ambos lados de  la calle, la  terraza  de  una  exquisita

bombonería  y  algún  macetero de  hierro   forjado,  en  las  que  las

plantas  centellean  por  las  gotas de  rocío  de  la  noche, vamos en

busca de nuestra amiga la regenta. Ella  siempre  aguarda  apoyada

en  la  fuente  de  la  plaza de  la  catedral , donde se queda mirando

fijamente a los detalles góticos y las cristaleras de la famosa catedral

de Oviedo.

 

Compartimos esa afición, ver patos todos los días acaba aburriendo un poco, por lo que me satisface ver esa tan linda construcción, observar esa torre que se yergue apuntando al cielo, y, en ocasiones, coincide con la luna, que la corona y le proporciona esa claridad que realza los bloques de piedra esculpidos. Una vez reunidos, dialogamos sobre qué tal el día, a veces incluso apostamos sobre quién ha tenido más visitantes a la semana, normalmente gana Woody, pero yo creo que le echa un poco de cuento, aunque no con intención de fama, él es una persona muy humilde y reservada. En ocasiones paseamos por el casco antiguo, aprovechando que queda justo en la zona donde recogemos a la regenta. Otras nos acercamos hasta la estación de Oviedo, yendo por la calle Uría. Allí, recreamos escenas de la película Stardust Memories,o Recuerdos de una estrella,en castellano, dirigida, como no, por el gran Allen. Él interpreta a Sandy Bates (el protagonista, al que el Woody real interpretó), la regenta y yo también actuamos, a veces nos intercambiamos los papeles, unas veces soy yo Daisy, la violinista; y la regenta interpreta a Isobel, otras al revés, y en ocasiones una de las dos hace de Dorrie, la ex novia de Sandy. He de reconocer que no siempre nos acordamos de los diálogos y tenemos que improvisar un poco, hasta tal punto que una vez Woody me invitó a sopa, aunque, obviamente bromeaba, espero.

 Al amanecer, cada uno vuelve a su sitio original y volvemos a esperar hasta la noche siguiente. En ocasiones nos tenemos que esconder de los runners que salen a correr muy temprano. Yo sinceramente sería incapaz de hacer eso, madrugar no está hecho para mí. A excepción de ellos, las calles suelen estar desiertas, así que no tenemos ningún problema en volver a nuestro lugar de origen. Si regresamos temprano, hay veces que me acompañan hasta el banco y nos sentamos todos ahí a observar la naturaleza a nuestro alrededor, e incluso miramos fijamente a la farola hasta el momento en que se apaga porque ya claree. Reconozco que a veces estamos realmente ociosos.

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